¿Qué te incitó a iniciarse en la escritura? ¿A qué edad empezaste?
Susana: Escribir, lo que se dice escribir, escribo desde que era casi una niña, pero nunca hice nada con aquellos textos. Siempre pensé que no tenían ningún interés.
Sin embargo, hará unos tres años, cuando mi hija mayor comenzó a tocar en una banda de música, y viendo que se necesitaban más músicos y gente que arrimase el hombro, decidí intentarlo yo también. Yo elegí tocar la trompa, pero no fue posible: no había profesor ni instrumento disponible, y además el director de la banda no confiaba demasiado en mi continuidad (ni se imaginaba lo cabezota que puedo llegar a ser cuando me lo propongo). Me dieron un saxofón, y si quieres tocar, esto es lo que hay. No nos caímos bien (el saxo y yo, quiero decir).
Al cabo de un par de meses comprendí que tenía que hacer algo para reconciliarme con él, porque si no sería imposible tocarlo, ni yo pondría interés ni él se dejaría. Eso originó mi primer cuento, “El músico mudo”. Lo di a leer, y a la gente le gustó. Lo envié a varios concursos, y no gané nada, pero me piqué.
Al cabo de dos meses, encontré una paloma de suelta deportiva muerta en mi terraza. Me enfadé mucho y escribí el segundo cuento. Y así empezó todo. Luego llegó el despido de mi trabajo de administrativa, y con el paro tuve tiempo de dedicarle horas a esto.
El resultado fue mi primer libro, “Los cuentos, como yo los entiendo” (ed. Bubok). Más tarde vino la página de facebook, después el blog, la novela que tengo sin publicar y el arranque de un segundo libro de cuentos. Estoy trabajando en ello.
¿Cuánto hay de personal en los cuentos que escribes?
Susana: Hay mucho de mí en todo lo que escribo. Esto es como preguntarle a Nadal cuánto hay de él en su manera de golpear la pelota, evidentemente casi todo. Hay un aprendizaje, unas experiencias de vida y un enfoque que son personales, y que si mi vida fuera de otra manera serían distintos. Eso no quiere decir que lo que relato en mis historias sean cosas que me han pasado a mí, sino que todas llevan mi huella.
¿Tienes alguna meta u objetivo por cumplir?
Susana: Claro que sí, mi objetivo es poder vivir de la escritura. A la larga, el creador deja de crear si esto no le da de comer. Es triste, pero es así. Me gustaría poder publicar mi novela con una editorial que la distribuyese bien, y llegar a tener el respaldo económico suficiente como para seguir escribiendo.
No pido hacerme rica, sólo que mi trabajo sea un trabajo de verdad, es decir, que se vea remunerado. Y de ahí en adelante, ya podría marcarme nuevas metas.
Tienes un blog donde publicas a diario una serie de historias, ¿todas son actuales o has publicado alguna que tuvieras en el llamado baúl de los recuerdos, porque le tengas un especial sentimiento?
Susana: No, no hay baúl. Escribo al día, cazo las historias a medida que me van saliendo al paso, aunque a veces sí que tiro de experiencias pasadas, de recuerdos, pero son sólo las ideas. Les doy forma el mismo día que se publican. Soy como un panadero, pero en lugar de pan fresco hago cuentos frescos. Sólo una vez publiqué un cuentito, “La hermosa mujer de los labios de cobre”, que escribí para un concurso y que no fue seleccionado, pero la historia me gusta y lo recuperé para el blog.
¿Por qué cuentos? ¿Lo haces como preámbulo a algo más largo?
Susana: Hago cuentos porque durante mucho tiempo trabajé a tiempo completo a la vez que llevé adelante mi casa y mis hijas, sus estudios, los míos, las actuaciones musicales… y no tenía tiempo ni de mirarme al espejo.
Pienso en toda la gente que está en la misma situación que yo estaba entonces y me imagino que no leen porque cualquier novela les exigiría un tiempo del que no disponen.
Sin embargo, un cuentito corto que les regale una historia con principio y final en cinco o seis minutos sí está a su alcance, aunque sea a la hora de ir al baño (no nos engañemos, todos leemos en el baño, aunque no lo digamos) o antes de apagar la luz y caer rendidos de sueño.
¿Crees que está más en boga ahora el relato corto y el micro-relato que la novela?
Susana: No, la reina sigue siendo la novela, sin duda. El relato para adultos es un género minoritario. Y el micro-relato es más cosa de concursos, revistas y suplementos de prensa que algo que se publique en formato libro.
Sé a ciencia cierta que todos los días publicas un cuento, pero ¿escribes a diario, o vas publicando cuentos ya escritos con anterioridad? Y otra pregunta: ¿puedes decirnos tus gustos literarios, escritores, temática...?
Susana: Como ya he comentado antes, escribo a diario. La imaginación es como los músculos, se desarrolla más si se entrena un poco todos los días. El blog es mi “imagi-mnasio”.
En cuanto a mis preferencias, me gusta sobre todo la literatura en español. Por fieles que intenten ser, las traducciones siempre modifican, aunque sea levemente, la intención del autor. Cuando escribo algún relato en valenciano, no lo escribo en español y luego lo traduzco, sino que lo hago directamente en valenciano, usando los giros y expresiones que son literalmente intraducibles y propios de la lengua. Los refranes, latiguillos y otros elementos que tiene cada idioma son los que le dan carácter, y al traducir se pierden en parte.
Mis autores, esos a los que siempre acudo y que no me defraudan, son Isabel Allende, Gabriel García Márquez, Miguel Delibes y Vázquez Figueroa. Y entre mis libros favoritos hay obras sueltas de algunos más: Almudena Grandes, Laura Esquivel…
De no ser escritora, ¿cómo harías para expresar toda la creatividad que llevas dentro?
Susana: Seguramente sería a través de la música: el saxo y el laúd, que son mis compañeros de viaje, y el canto, que me apasiona.
¿Querrías hablarnos de tus primeros pasos en la literatura?
Susana: Pues de concurso en concurso y tiro porque me toca, hasta que me di cuenta de que por ese canal no iba a sacar nada en limpio.
“Los cuentos, como yo los entiendo” recoge mis inicios. La novela que tengo en el cajón es un gran experimento que espero que vea la luz algún día, y excepto el blog, que es una realidad inmediata, lo demás son todo proyectos.
¿De qué color ves la vida?
Susana: La veo como es, con sus blancos, sus negros y sus grises. No vivo en los Mundos de Yupi, aunque a veces lo parezca. El paro, los problemas, las enfermedades y el dolor me afectan a mí igual que al resto de las personas. Otra cosa es cómo las refleje yo cuando escribo. Ahí sí uso el rosa, el azul, el verde y el dorado; si cuando Velázquez pintaba a los reyes no les hubiera hecho más guapos de lo que eran en realidad no se habría comido una rosca, ¿verdad? Nadie quiere leer cosas que le hagan sentirse mal.
¿Se te hace difícil publicar? ¿Cómo es la movida en el mundo editorial hoy?
Susana: Para publicar te tienen que conocer en las editoriales, y eso es imposible si no tienes un agente literario que te presente, o ganas algún premio, o consigues llegar mediante la autoedición a ser un poco nombrado.
Enviar manuscritos a las editoriales es prácticamente inútil, según me han dicho. Yo estoy intentando conseguir con mis modestísimos medios tener un puñado de lectores fieles, y lo demás espero que llegue algún día.
Como lectora, ¿qué género te gusta más? Y como escritora, ¿incursionas en los distintos géneros o sólo en el relato corto?
Susana: Leo mucha novela, porque es lo que más hay, pero el cuento también me gusta mucho para entretenerme leyendo. Dentro de las novelas, huyo de la ciencia-ficción y de la novela excesivamente negra. Prefiero otras temáticas más accesibles.
¿Cómo descubriste tu vocación?
Susana: Me gusta decir que la escritura es como el amor, vino a mí cuando menos lo esperaba. Escribir es algo natural, todos lo hacemos. Simplemente hizo falta que alguien me dijera “oye, qué bonito. ¿Tienes más?”
¿Tienes alguna manía a la hora de escribir?
Susana: No, no tengo ninguna. Escribo en cualquier sitio, siempre llevo libretas y bolígrafos en el bolso para anotar lo que se me va ocurriendo.
Algunos de mis cuentos los he escrito en la sala de espera del médico, en una cafetería, o en el autobús. A menudo está la televisión puesta, o alguna de mis hijas tocando, y yo sigo dándole a la tecla.
En el único momento que sí necesito silencio es a la hora de corregir antes de publicar. Ahí sí, la concentración es indispensable.
¿Qué opinas sobre las redes sociales a la hora de ayudar a los autores a promocionar sus obras?
Susana: Las redes sociales son una gran herramienta. De momento son el medio en el que me muevo, llegan a todo el mundo. Y todos son, para mí, lectores potenciales.
¿Te has sentido bloqueada en algún momento mientras escribías? ¿Qué has hecho para superarlo?
Susana: Cuando escribes a diario, el bloqueo es algo que inevitablemente llega alguna vez. Entonces tiro de memoria, saco mis álbumes de fotos, llamo a mi madre, doy un paseo… y en el rincón más insospechado, ¡zas! Salta el cuento.
¿Aceptas toda clase de críticas? ¿Las consideras constructivas?
Susana: Las críticas nunca me dejan indiferente; siempre que se hagan de una manera educada y elegante, son necesarias. Las destructivas también me afectan, aunque procuro que no me hundan. Pero tomo buena nota de ellas, desde luego. Me ayudan a saber qué piensa la gente de lo que escribo. Son un gran barómetro.
¿A qué tipo de público quieres llegar cuando escribes?
Susana: Me gusta escribir para todo tipo de público, pero lo que más me gusta es hacerlo para las mujeres. Conectar con su sensibilidad, tratar los temas que les afectan, y ayudar a que sean conscientes de su potencial, de su ternura, de su valor.
Me gusta lograr transmitirles que su emotividad, por acentuada que sea, no les resta un ápice de inteligencia. Y me gusta saber que mujeres que antes no leían nada ahora buscan el cuento diario y se lo pasan en grande.
Mucha gente tiene un libro que siempre recuerda a lo largo de la vida. ¿Cuál es el tuyo?
Susana: Tengo dos. Uno es “El Camino”, de Miguel Delibes. La primera vez que lo leí tenía once años, y la última fue hace un par de meses. Vuelvo a él a menudo.
El otro, el que me dijo cuál era mi camino como escritora, fue “Como agua para chocolate”, de Laura Esquivel. He perdido la cuenta de las veces que lo he leído.
Además de escribir, ser mamá, ama de casa... ¿tienes algún otro oficio/profesión?
Susana: Sí, soy auxiliar de clínica geriátrica y también administrativa. Hay que comer…
Nos gustaría saber cómo entiende Sú los cuentos, y si está relacionado con la forma que tiene de girar situaciones que pueden ser serias, incluso dramáticas, para sacar de ellas una sonrisa.
Susana: Entiendo los cuentos como un arma. De ella me valgo para decirles a los demás: “Hey, fíjate, no todo es tan malo. Dale la vuelta a lo que te está pasando y aprovéchalo”.
Para mí fue un drama el que me despidieran de mi último trabajo de administrativa, llevaba cinco años en la empresa y me sentí muy mal. Pero luego me di cuenta de que gracias a eso tenía tiempo de escribir, y que esto me apasionaba. Y también de que me estaba equivocando de camino, que el bueno es este.
Ahora lo veo así. Además, trato de afinar mi sentido del humor para provocar la sonrisa de los demás. Es un combustible necesario para la vida, y ahora escasea. La gente necesita reírse.
¿Huyes de algo a la hora de escribir? ¿Te evades y te dejas llevar por la escritura para no pensar en el mundo real tal y como lo conocemos o por el contrario te enfrentas a él con la mejor de tus armas: las letras?
Susana: Suelo huir de las cosas que hacen que los posibles lectores se sientan mal. No utilizo mis cuentos jamás para herir, aunque supongo que algunas de mis reflexiones pueden hacer que alguien se sienta aludido. Tiendo más a escribir para la emoción y la risa. Y en las contadas ocasiones en las que hago historias tristes, lo hago porque sé que esos temas afectan y es necesario tratarlos, como por ejemplo el maltrato a la mujer, a los animales… Como ya he dicho antes, no vivo en los mundos de Yupi, y en la sociedad actual los tabúes ya no existen. Se puede, y se debe, hablar de todo.